Cómo se viven 7 días en un crucero por el caribe
7 días por el Caribe en el Oasis of the Seas
En esta ocasión les quiero compartir sobre una de las mejores experiencias de vacaciones que he vivido, se trató de un crucero por 7 días a bordo de uno de los cruceros más grandes del mundo, el Oasis of the Seas de Royal Caribbean International.
Para comenzar es importante mencionar que este gigante de los mares tiene su puerto de origen en Miami por lo que hay que llegar a este destino, hay vuelos que salen todos los días pero si quieren ahorrar en hotel lo mejor es salir el mismo día de zarpar por la mañana, este fue mi caso y un sábado a primera hora tomé un avión a Miami, al llegar y después de pasar migración un autobús nos esperaba para llevarnos directo al puerto, lo padre de esto es que al subir a este hay que dejar tu equipaje que ya no lo volverás a ver sino hasta que llegues a tu camarote, esto te ahorra la molestia de hacerte cargo de tus maletas, después de un recorrido de 50 minutos llegamos al puerto, ahí el asunto es una combinación de hacer “check in” en un aeropuerto y un hotel, porque hay que pasar filtros de seguridad, revisión de equipaje de mano y llegar a un mostrador en el que te entregarán la documentación que debes firmar, un cuestionario de salud y debes dejar una tarjeta como garantía para los gastos que se hagan durante el crucero, a cambio te entregan una tarjeta “todopoderosa” que en el caso de Royal se llama Sea Pass y que sirve para abrir tu camarote, pagar tus consumos a bordo y para obtener datos importantes, desde la mesa asignada para la cena hasta la zona de seguridad que te corresponde. Hablando de seguridad les quiero compartir que tuve el gran gusto de charlar con el Capitán Patrik Dahlgren y me confirmó que como ya lo sabíamos los cruceros son el medio de transporte MÀS seguro del mundo, ya que en un espacio reducido cuentas con todas las medidas de seguridad, médicos calificados, enfermeras, bomberos, equipo de seguridad, un sistema de evacuación de la más alta tecnología y muchos aspectos más, la verdad es que después de escucharlo tuve toda la tranquilidad de que el viaje sería incluso más seguro que estar en casa.
Algo que me causaba inquietud era el asunto del movimiento del barco y para ser francos debo decir que solo me causó algunas molestias al principio ya que después me acostumbré y aunque sentía el movimiento del barco en el mar no sentía mareo, es decir, uno se adapta rápidamente al movimiento.
Ahora les quiero platicar de todo lo que viví a bordo del Oasis of the Seas, lo primero fue una verdadera fiesta de bienvenida para abordar, mucha información y muchas caras sonrientes, la verdad es que toda la tripulación nos atendió de manera muy amable. Las primeras horas es como estar en un laberinto, el barco es tan grande que por momento es necesario un mapa detallado, llegar al camarote fue una especie de reto pero lo logré, al entrar y abrir con la tarjeta Sea Pass el equipaje ya estaba ahí, así como varias hojas con información de actividades por hacer en el “Día 1”, de estas actividades la más importante es el simulacro obligatorio, un ejercicio de seguridad en el que todos los pasajeros y tripulantes deben dirigirse a la zona de seguridad indicada para cada quien, identificar los caminos y al staff, esto para que en el caso de tener que evacuar sea de una manera ordenada y gradual, muy bien organizados.
Después de este ejercicio el barco comenzó a moverse y la música festiva te invita a subir a la cubierta 17 para que desde esa altura te despidas del puerto, comenzando una aventura fascinante por el Caribe de 7 días, para terminar el día 1 viene el proceso de identificar tu mesa en el comedor principal, un “restaurante” que de inmediato te transporta al Titanic, lleno de luz, con músicos en vivo y mesas elegantes, ahí te tienes que dirigir a tu mesa asignada en la que conocerás al mesero y su ayudante que te atenderán durante todo tu viaje, debo decir que este fue mi primer contacto con la variedad racial que hay en una nave como esta, ya que la tripulación tiene personas de más de 70 países diferentes y para muestra de ello es que nuestro mesero fue un amable joven hindú de nombre Sagar y su ayudante un macedonio sonriente llamado Alexander; por cierto, un detalle muy agradable es que les bastó una noche para aprender cual era el nombre de cada quién y pequeños detalles como si prefieres agua con hielo o sin hielo o el café regular o descafeinado, esos detalles te hacen sentir único.
Durante la noche algo impresionante fue asomarme al balcón y disfrutar del cielo más oscuro y poblado de “estrellas” que recuerde, un camarote con balcón es el escenario perfecto para esto, sentir la inmensidad del mar y de la bóveda celeste poblada por miles de luces, un momento tan lleno de magia como de esperanza, momento de dormir al compás y bajó el arrullo del vaivén del barco.
Día 2: Amanece y el sonido de unas aves me despierta, alcanzo a ver que por las cortinas del camarote se cuela algo de luz, me incorporo y descubro que estamos rodeados por gaviotas curiosas que hacen figuras alrededor del Oasis, anunciando la llegada al primer destino, Nassau, Bahamas. Tenemos 6 horas para bajar y estar de regreso, lo primero es ir a desayunar y para eso hay varias opciones, desde restaurantes con desayuno a la carta hasta un americanísimo bufett con tocino, waffles y todas esas delicias que nos llenan de calorías ¡rápido! vamos abajo, subir al elevador y apretar el botón más feliz “gangway”, el que te lleva a la plataforma de desembarco, ahí hay que registrar en el sistema electrónico tu tarjeta Sea Pass para que el personal del barco sepa que estás saliendo y así tengan un control perfecto de sus pasajeros; sobre las actividades que hay por hacer en un puerto de destino son tantas que lo mejor es dejarlo en las manos de los expertos, es decir el staff de excursiones de Royal que te reservarán actividades que se ajustan a tus necesidades, condiciones físicas, salud y presupuesto, desde 39 USD puedes encontrar un tour completo, en mi caso el recorrido fue “Aventura en Atlantis” que incluyó una visita a este majestuoso resort de las Bahamas, un recorrido por el espectacular acuario con tiburones, mantarrayas, tiburón martillo y peces de miles de colores, y disfrutar de las instalaciones incluidas las playas, el tiempo fue aproximadamente 4 horas, justo lo adecuado para estar de regreso en el “horario del barco” (ship’s time), ya que las islas que visitamos se encuentran en diferentes husos horarios cada una tiene una hora diferente y entonces sería confuso, por lo tanto para no llegar tarde y correr el riesgo de que el barco te deje hay que tener siempre el reloj sincronizado, aquí el tip es no confiar en la hora del celular que se puede ajustar automáticamente al llegar a tierra, sino llevar contigo un reloj mecánico que puedas ajustar con la hora del barco, así las cosas regresé para abordar nuevamente el Oasis, tiempo de darse un baño y disfrutar las actividades vespertinas. Lo impresionante de un crucero como este es que las actividades son tantas que incluso publican un diario con una guía de actividades, una especie de minuto por minuto, hay desde torneos en el casino, hasta concursos de clavados graciosos, en mi caso opté por los espectáculos musicales y shows que se presentaban y esa noche fui al Opal Teather, recinto para 1400 personas a ver Hairspray, la producción de Broadway, en alta mar, y les debo decir que fue una gran experiencia, muy buen show, al salir un poco de auténtico jazz neoyorkino en el “Jazz on 4”
Día 3, primer día en alta mar. El recorrido entre Bahamas y las Islas Vírgenes nos tomó más de 24 horas así que hubo que pasar todo el día a bordo del barco, la verdad es que pensé que sería aburrido, pero nada de eso, el día comenzó con un desfile por la cubierta principal de todo la tripulación, muy alegres nos daban la bienvenida, personal de todas las áreas, desde limpieza hasta los meseros, wow, estos si que saben divertirse, después subir al solarium para descansar, tirarse en un camastro y alternarlo con uno de los jacuzzis gigantes mientras disfrutas una margarita, todo esto con vista al Océano Atlántico, para botanear unos nachos o algo así y después una siesta mientras escuchas la selección musical en vivo del DJ residente. Aquí es cuando me di cuenta que para las familias un crucero es una muy buena opción porque las familias pueden llevar a sus hijos pequeños al área especial para ellos en los que se pueden entretener por horas en los talleres de artes, deportes o los laboratorios de ciencias, también para los más grandes o adolescentes hay actividades, desde un arcade lleno de videojuegos en un área solo para ellos, hasta concursos en las albercas, juegos en la cancha de basquet o lecciones de música. En la noche del día 3 fue la primera “cena del capitán”, que no es más que la manera de decir que se trata de una cena elegante, aunque nadie te obliga a hacerlo fue muy padre ver a los pasajeros con sus mejores galas, los caballeros con trajes y hasta smoking y las damas con vestidos largos y su mejor joyería, sin duda un cliché de los cruceros que te invita a sentirte en un mundo aparte.
Día 4, St. Thomas, 8 horas en la isla. St. Thomas es territorio de los Estados Unidos de América, y forma parte del grupo de Islas Virgenes, junto con las británicas y francesas, aquí el recorrido fue hacer una visita al centro lleno de tiendas con joyería fina y relojes con grandes precios, después ir a un club de playa y disfrutar un par de horas de las cálidas aguas del caribe y terminar en World Famous Mountain Top, el punto más alto de esta islas con un mirador desde el que puedes apreciar a otras islas en los días despejados y de esa manera tener claro el asunto de la división política, por cierto, en este mirador venden el famoso Banana Daikiri, un cocktel a base de plátano y el ron local “Cruzan Rum” más de 7 millones se han vendido y es delicioso y con uno que tomes quedarás listo para seguir la fiesta en el barco, y así es, al entrar de cada escala en tierra nuevamente tienes que registrar tu sea pass para que se siga llevando el control pero una vez que pasas este control comienzas a sentir ese sentimiento de llegar a casa y ellos lo saben, música festiva, ambiente de alegría, un detalle en tu camarote perfectamente aseado y la mejor actitud para que la sigas pasando bien, esa noche varios optaron por seguir la fiesta y las albercas se veían llenas, otros por descansar un rato y prepararse para la vida nocturna, vaya, es impresionante la cantidad de opciones que hay por hacer.
Día 5, St. Marteen, 8 ½ horas. Llegar de St. Thomas a St. Marteen nos tomó una noche, al amanecer estábamos entrando a este puerto, Isla dividida por partes iguales entre Holanda y Francia que tiene el famoso aeropuerto en el que los aviones más grandes tienen que aterrizar prácticamente en la playa, aquí el recorrido comenzó más temprano, desde las 8:30 de la mañana el gangway estaba abierto y debo decir que es el destino más lindo, la infraestructura es mayor y se siente ese toque europeo, ellos lo llaman el St, Tropez del Caribe y vaya que así es, desde el centro de la ciudad que está habitada por franceses hasta el club de playa en Orient Bay que ofrece un ambiente completamente lounge con un almuerzo europeo 100% y la posibilidad de estar entre 4 y 5 horas disfrutando de la mejor playa del caribe occidental. De regreso al barco sentí los estragos del cansancio y la verdad es que el sueño me venció, así que sin ninguna clase de remordimiento me tomé una siesta y al despertar ya estábamos navegando, nuevamente esa maravillosa sensación de disfrutar el océano inmenso bajo la noche estrellada, después a cenar en una ambiente casual en el que los meseros armaron un improvisado número musical y terminar con un extraordinario show en la pista de hielo ¿Por qué ya les había dicho que hay pista de hielo, verdad?
Día 6, día de recorrido en alta mar hacia el norte. Tal vez el día más relajado pero no por eso aburrido, este día acudí a uno de los restaurantes de especialidades que están en el Central Park como el Giovanni´s comida italiana y fui a conocer el Vitaly at Sea Spa & Fitness que por cierto son 2 pisos con una atención de primera y con asesoría personalizada para tratamientos y rutinas de ejercicio, porque hay actividades y servicios a bordo para todo los gustos y exigencias.
La verdad el día se te va rápido con tanto por recorrer y conocer así que la hora de la cena ya estaba en seguida, lo que me gustaba era saber que después de cenar podías acudir a los espectáculos estelares de la noche ese día se presentó “Come Fly With Me” ¡que maravilla! acrobacia, coreografías aéreas, música en vivo.
Día 7 El día que no quería que llegara. Fue muy especial pues sigues disfrutando del barco como si no hubiera un mañana y recorres hasta el último rincón, todo aquello que no pudiste visitar en los otros días. En mi caso me faltaba conocer el area para niños y jóvenes que está super completo y tienen a todo un staff que los cuida y prepara actividades muy divertidas. Otra cosa que disfruté mucho y que pocos lo vivieron fue una charla con el capitán del barco que programan en el teatro para que al final de la plática puedas hacerle preguntas.
Esa noche disfruté como nunca el barco, cada rincón y por supuesto las ultimas compras a bordo libre de impuestos en las tiendas como Coach hasta boutiques de joyería y relojería fina sin faltar los perfumes y botellas de vino.
Día 8, desembarque. Todo con una perfecta organización. No olvidaré la imagen del barco estando fuera, ver su magnitud y pensar todo lo que sucede a bordo, es asombroso. La aventura que comenzó desde el primer momento cuando salí de casa para emprender este viaje estaba con mucha emoción y después de terminar el viaje creo que aun sigue.